miércoles, 22 de abril de 2009

¿Cómo se dice ‘chinchón’ en alemán?

“¡A por las maletas!”, se oyó en el Stadspark, y eso hicimos. Una vez visitado absolutamente todo lo visitable (como curiosidad, abríamos cualquier guía de Viena y no había sitio importante que no hubiéramos visitado o visto), tocaba volver al Wombat’s Hostel a recoger las maletas y coger el autobús hacia el aeropuerto. Como teníamos que ir un poco rápido dada la hora, a Rocío y Marta se les ocurrió utilizar el truco del “abran paso a la ciegaaaaaaaaa” para ir adelantando. Y funcionaba, por supuesto.



De vuelta al hotel, deshicimos el puzzle que encajamos por la mañana para sacar de nuevo las maletas y nos despedimos del personal del Wombat’s, que se han portado con nosotros todos estos días de lujazo, con toda la atención y amabilidad del mundo. Las caras largas por el inminente final del viaje comenzaban a asomar entre los nuestros, que por si por ellos fuera se hubieran quedado una semana más por lo menos. Como ejemplo, foto de la cara de suma tristeza que teníamos Carolina y yo por tener que separarnos de los 43.



Camino del aeropuerto se empezó a notar el “cargamento” de bolsas y regalos que hemos acumulado durante todos estos días en Viena. Pero como lo nuestro es el surrealismo, aquí queda la escena de Reme atando los cordones a Talena porque llevaba tantas bolsas que no se podía ni agachar.



Nuestro comandante de cabecera, Francisco Javier Antón (padre de María del Mar) nos volvió a llevar de vuelta a España tan magníficamente como siempre en un vuelo muy tranquilo y agradable. La anécdota (para mí de lo mejor del viaje) fue ver a Alfonso enseñando a su compañera alemana de asiento cómo se juega al chinchón, por supuesto en un exquisito alemán. ¡Y ya ves si tuvo éxito! Casi todo el tiempo de vuelo estuvieron Rocío, la alemana y el propio Alfonso ronda tras ronda, mano tras mano.



Mientras ésta y otras escenas casi igual de surrealistas se sucedían en el avión, también había espacio para la reflexión profunda sobre el sentido de la vida a cargo de nuestra especialista Elena, acompañada esta vez por Enya.





¡Aterrizamos en Barajas! Y mira tú por donde, lo primero que se nos ocurre es cenar en un sitio llamado “TIO PEPE” (con su botella de fino y todo) a base de molletes con jamón serrano. Eso sí, el Tío Pepe debía ser de apellido “clavogordo-palbolsillo”, porque la que nos zurraron por la cena fue de campeonato (como bien escenifican Nadine, Marta y Manu).





Lo que más se escuchaba al llegar a Málaga era algo como “tengo unas ganas de un plato de lentejas de mi madre”, “una tortillapapas pillaba yo ahora por banda”, “más salchichas va a comer quien yo sé de aquí a un año por lo menos”. Eso sí, antes de aparecer por las puertas de salida del aeropuerto hubo tiempo para una última reunión de hermandad de los 47 elementos, en la que los profes dijimos, y repetimos ahora también, a nuestros alumnos la gozada que para nosotros ha supuesto compartir con ellos todos estos días de viaje. Como muy bien decía Marta en el autobús de vuelta (y ahí va la foto que da prueba del gesto), nos quitamos el sombrero ante ellos por lo bien que ha salido todo y la gran colaboración que, en mayor o menor medida, han tenido con nosotros durante los 5 días.



Y sobre todo, muchas gracias; a la directiva del Conservatorio por darnos esta oportunidad de vivir lo que hemos vivido; a todos nuestros compañeros por su apoyo; a las familias de cada uno de los 43 alumnos por darnos todo su cariño y calor… a todos, por todo, millones de gracias.



Pero ojo, ¡que esto no termina aquí! Aún hay miles de fotos por ver, vídeos por escuchar, experiencias por compartir… este blog tiene aún tiempo de vida por delante, así que preparaos porque faltan muchas sorpresas todavía por llegar…

martes, 21 de abril de 2009

Maratones, cementerios y procesiones

Último día de viaje! Y también uno de los más movidos, entre visitas-maletas-viajes-escalas y demás. Como siempre, la jornada comenzaba con el desayuno y los 47 “BARCELOOOÓ” (como el “Pedroooooo” Almodóvar en los Oscar) para que nos dieran el kit taza-vaso-plato. Se han vivido muchas escenas curiosas durante este primer momento del día, pero no me resisto a poner dos imágenes de ayer: la “apetitosa” tostada carbonizada de Reme y los “problemas” con la Nocilla de José Luis…





La última excursión mañanera tenía como destino el cementerio donde están enterrados algunos de los músicos más importantes de la época clásica y romántica. Al estar bastante lejos del centro de la ciudad, teníamos que hacer una combinación metro-tranvía para llegar.



Peeeeeero, como no podía ser de otra manera, el viaje no podía ser tranquilo y calmado, dado que seguimos siendo quienes fuimos (los “españolossss de las narrrrises”). Casualmente se disputaba la Maratón de Viena, en la que toda la ciudad se echa a la calle a correr multitudinariamente, y no tuvimos otra cosa que hacer que “animar” de una forma muy sui generis: a todo aquel que veíamos pararse por cansancio le soltábamos un aluvión de aplausos-ánimos-gritos que provocaban que el susodicho individuo echara a correr (aunque fuera por vergüenza torera o por mantener la compostura)



Una vez ya en el cementerio, dimos rápidamente con las tumbas de Beethoven, Schubert, Brahms, Johann Strauss (padre e hijo), el monumento dedicado a Mozart (porque no tiene tumba reconocida) y la “particular” de Arnold Schönberg





Además de los “famosos”, también están enterradas allí muchísimas familias casi al completo. Se podían hacer curiosas asociaciones con los apellidos de cada una, como por ejemplo… “Anda, ¿ese no es el de las sopas?”…



Después de descansar un poco debajo de los árboles y con el “agradable” sonido de los cuervos del cementerio (vaya mal rollo que daban), volvimos a coger el tranvía para regresar al centro y buscar un sitio para almorzar. A más de uno de los nuestros ir tanto de arriba para abajo le había incluso cambiado la cara…



En este punto debo hacer referencia a uno de los lugares comunes del viaje: Carolina quitándose una piedra del zapato. De hecho, si sumamos todo lo que ha salido de allí durante los cinco días, puede ser suficiente para construir un chalet de 100 metros. ¡Si hasta en el Konzerthaus llegó a decirme “no te lo vas a creer, pero se me ha metido una piedra en el zapato”!



Después de comer oooooooooooootra vez en el McDonald’s (¡yo no, que conste!) nos fuimos a descansar en el césped del Stadtpark, donde Elena se puso inmediatamente a meditar sobre el sentido de la vida y sus implicaciones filosóficas.



Y teniendo la semana santa tan cercana, a los de la habitación 129 no se les ocurrió otra cosa que sacar en procesión “a pulso” a nuestro guía espiritual del viaje, Alfonso. A pesar del espectáculo, curiosamente ningún austriaco se arrancó a cantarle una saeta ni nada (lo dicho, unos sosos).



Hasta aquí la primera parte de la jornada del domingo. La segunda (con todo lo relativo al viaje de vuelta) merece un tratamiento especial, así que le dedicaremos la próxima entrega.

sábado, 18 de abril de 2009

El hombre del tiempo también se equivoca

El martes pasado leíamos el parte meteorológico para estos días: jueves sol, viernes nublao, sábado lluvia. Pues precisamente; ni el jueves hizo sol (nublao), ni el viernes se nubló (llovió e hizo sol) ni el sábado llovió (ha hecho sol). Ole, ole y ole, que viva el hombre del tiempo.

La mañana empezó con un desfile del cuerpo de infantería (en otros casos más bien almas en pena) por Viena. La primera parada la hicimos en una de las casas donde vivió Josef Haydn. Por cierto, lo del rollo “casa de nosequién, casa de nosecuanto” es bastante sacacuartos: te dicen que allí pasó un tiempo Haydn, o Mozart, o quien sea, y luego resulta que allí tienen 4 sillas, una mesa y un amago de fortepiano. Al menos hacían precio de grupo, eso sí.



Nuevo momento de pánico entre el paisanaje cuando pasamos por un puesto de zumos en un mercado, y a alguien se le ocurrió lo de (léase con voz de infinito pavo): “Ay, yo quiero un zumo!”, seguido por un “yo también”, y otro, y otro, y otro… así hasta casi 47. La mujer no daba abasto…



Aquí una muestra del sol que nos ha tenido cegado toda la mañana, a pesar de que el hombre del tiempo nos hizo echar a todos el paraguas en la mochila (saludos para él y toda su familia al completo, desde nuestro más profundo recuerdo).



Una vez vista la Catedral de Viena (mu bonica, pero nada que ver con la de Burgos, dónde va a parar), nos fuimos a visitar el Barrio Judío, donde lo más atractivo de ver para nuestros zángan@s era la procesión de cochazos a toda pastilla a un lado y otro de la calle.



Y tras comernos una pizza en un restaurante y casi salir asesinados por la camarera (otra amabilísima mujer de estas que se estilan por aquí), vino el plato fuerte de la jornada y seguramente de todo el viaje: concierto de la Orquesta Filarmónica de Viena en el Musikverein (la misma sala donde se realiza el concierto de año nuevo), dirigida por Sir Simon Rattle.



Aquí una representación de nuestro personal, en actitud de profunda meditación (eso quiero pensar) en el segundo movimiento del Concierto para violín de Ligeti



Por cierto, se me olvidó ayer, pero hay que decir ‘chapeau’ con mayúsculas a Irene, Julia y Juan Jesús, porque han conseguido fotos y autógrafos de los mismísmos Ramón Ortega (el oboista de ayer), Franz Peter Zimmermann (violinista solista de hoy) y… Simon Rattle ¡!!! Aquí una muestra de los dos últimos…





Después del concierto pusimos rumbo a lo que no pudimos hacer por culpa de la lluvia (o por culpa del sol según el hombre del tiempo), visita al Prater de Viena, el parque de atracciones insignia de la ciudad, con su famosa noria gigante (que yo sigo pensando que la de la feria de mi pueblo es más grande). Como Teresa sabe muy bien, es del año 1512 (tirando por lo bajo) y hay unas vistas de la ciudad alucinantes



En el parque ha habido de todo: competiciones de karts, atracciones que ponían el estómago más arriba de la cuenta… lo hemos pasado todos muy bien. A ver que nos espera en el día de mañana (dicen que igual llueve, aunque después de lo de hoy es como para fiarse!). Un abrazo a todos desde Viena.

Bulerías en el Konzerthaus (segunda parte)

Toca comentar la segunda parte del viernes, que anoche se vino el tiempo encima y hubo mucha tarea. Justo antes de comer aterrizamos en el Museo de la Música (Haus der musik, creo recordar), donde lo más destacable fue el desastre monumental de nuestros pequeños criminales (nota del autor: véase como las referencias a los alumnos van subiendo de tono cada vez) dirigiendo a la Filarmónica de Viena en el “juego” interactivo que había de demostración. A todos, sin excepción, les echaron del podium los músicos con pateos y abucheos



Después de toda la paliza de la mañana tocaba comer. Cómo no, las elecciones mayoritarias de los zánganos y zánganas fueron restaurantes típicamente austriacos, como Burguer King o McDonald’s. Pero no sólo sucumbieron ellos, sino también los profes (hartos de andar de un lado para otro) fuimos devorados. Algunas incluso se emocionaron y todo con la experiencia.



Y de ahí nos fuimos camino de una de las mejores experiencias del viaje, el concierto en el Konzerthaus de la Orquesta de cámara de Viena, con el oboista granadino Ramón Ortega como solista. Como decíamos el primer día, los españoles nos hacemos notar allá por donde vamos, y al terminar el muchacho la interpretación del concierto para oboe de Mozart (qué bien tocaba el jodío) le echamos literalmente “en lo alto” una de las mayores y más largas ovaciones que se pueden haber dado en la sala´, incluso con palmas a lo “1-2-3, 1-2-3” (faltaba la gitana de lo alto de la tele con la peineta). Los “simpáticos-afables-sonrientes-ycosaspeores” vieneses de la orquesta y del público nos miraban como diciendo “¿y a estos qué les pasa?”. Eso sí, Marta y yo sostenemos que lo que estarían diciendo sería más bien (léase con duro acento germánico): “ya están otrrra vezz los españolosss de las narrricesss”…





Terminado el concierto nos fuimos de nuevo a cenar al “Planeta Himmelpforte”, otro nido de gente amable y servicial (si les miras te muerden la yugular). Eso sí, su primer rasgo de simpatía de la semana fue que nos dijeron “OK” a la proposición de sacarle una tarta a David por su cumpleaños (aunque el detalle del lanzallamas en lugar de la vela les delató bastante).



Y de nuevo metro abajo camino de Westbahnhoff, la parada junto a la que se encuentra nuestro hostal. Pero hoy hay que hacer justicia y dedicar al menos el final de esta entrada a nuestro grandísimo Alfonso, que nos salva la vida a cada instante con su dominio del alemán. Cuando lleguemos a casa publicaré una sorpresa con vídeo y audio que demostrará cómo se lo ha currado durante estos días…



Gracias de parte de todos por vuestros comentarios ! Nos hace mucha ilusión leerlos. Volveremos con la narración de la jornada del sábado, que promete mucho.

Bulerías en el Konzerthaus

Hola de nuevo! Tercer día de estancia en Viena y seguimos haciendo kilómetros por la ciudad. Antes de nada, saludos de todos para los que nos leéis desde Málaga, esperamos que os estén divirtiendo nuestras andanzas.

Las mañanas son difíciles. Por la noche las ganas de pasarlo bien se prolongan hasta tarde, y luego nos toca madrugar bastante, porque a las 8.00 desayunamos. En resumen, que se nos queda a todos una cara de zombie bastante acusada. Siguiendo con el ciclo "las caras de Teresa", aquí hay una nueva entrega titulada "DORMIDA YO??? QUE YO NO ESTOY DORMIDA!!!"



El primer destino del día fue el Palacio de Schönbrunn, la antigua residencia de verano imperial en Austria (pa entendernos, donde vivía la cursi de la Emperatriz Sissi). Y esta vez sí, aquí tenemos una foto del grupo completo! 47 personas humanas...



Como los Emperadores estos no eran ni tontos ni pagaban hipoteca ni ná, se gastaban unas chozas de impresión. El Palacio es digno de ver, y además sus jardines son inmensos; de hecho, contienen hasta un Zoo, en el que se pueden admirar especies tan típicamente austriacas como el búfalo o el oso panda



Eso sí, las palizas de andar se empiezan a notar, como se puede ver en la foto "absolutamente casual y nada forzada" que saqué a Carolina & Marta



De todas formas, aunque se nos nota a la legua a cada paso que somos españoles, algunos intentan adoptar un look diferente, como es el caso de Rocío y su look… indefinible



El resto del día lo cuelgo luego ! (hay mucho y muy sustancioso, como la explicación al título de esta entrada...)

viernes, 17 de abril de 2009

¿Nos pone 47 Kebabs, por favor?

Lo tranquilo que estaba el turco del puestecillo a la salida del Metro, allí con el quiosco vacío, y la que se le vino encima en un momento. 47 animales hambrientos después de un día de patear arriba y abajo la ciudad y con ganas de comerse, directamente, el rollo de carne de kebabs a bocado limpio...

El día comenzó con sueño para muchos por dormir poco (o menos aún) en un desayuno bastante surrealista, donde había que decir en alto la palabra "BARCELÓ!!!" para que te dieran el plato y la taza. Luego, visita guiada en autobús por toda Viena. Algunas caras eran un poema...



En la visita vimos de todo (no es cuestión de ponerse ahora con la lista de sitios, iglesias, monumentos, palacios, casas, blablabla, blablabla). Eso sí, nuestros "sangelitos" se empeñaban en reconocer a voces algunos más. "Mira, un McDonald's!!!", "mira, un Starbucks!!!", "mira, un Zara!!!". Pero una de las cosas más chulas que vimos fue el Danubio Azul ! Según la guía que nos narraba la visita, dicen en Viena que sólo es capaz de verlo azul quien tiene el corazón lleno de amor (primer pasteleo del día, pero no el último).



Hicimos un alto en la visita para acercarnos al Belvedere, palacio superfamosísimo cuya historia conozco sobradamente pero no voy a hacer el alarde ahora mismo de contar, claro. En los jardines, fuentes, turistas y esfinges que dejaban a Manu una cara mezcla de curiosidad y admiración:



Dentro del Palacio pudimos ver en lavisitaaunmuseomásrápidajamáscontada una colección de cuadros de Gustav Klimt ("El Beso" estaba allí, por ejemplo) y Egon Schielle. Más de una se quedaba medio cuajá viendo las pinturas...



Por cierto, me acabo de acordar que con el cuento este de ir haciendo fotos para contar lo que hacemos, yo no salgo en ninguna, así que es el momento de que los 4 sufridos profes nos demos un homenaje autorretrato...



Al salir del Belvedere se desató la fiebre consumista y todo el mundo empezó a entrar en tiendas a comprar como posesos. En esta foto sale casi todo el mundo; sólo faltan 2 o 3, entre ellos Alfonso que se llegó a una farmacia a por algo para la nariz taponada del pequeño resfriado que lleva. Por cierto, después de discutir (en perfecto alemán, ole sus narices) con la farmacéutica, resulta que lo que le intentaba explicar se decía simplemente "Nasenspray".



El segundo momento pasteleo del día fue de lo más sabroso. Después de almorzar en el ya bautizado como "Planeta Himmelpforte" por los curiosos camareros que nos ponen la camida, nos fuimos a comer Tarta Sacher en el Café Sacher del Hotel Sacher ! (4.90 el cacho pequeño pero merecía la pena)



Después del café, visita al Teatro de la Ópera. Y como siempre, nos tiene que tocar la guía que tiene familia en Marbella y que es amiga de Carlos Álvarez. Por cierto, el guía del autobús del primer día, se me olvidó decirlo, era del pueblo de la familia de Marta (uno de La Rioja de 100 habitantes, tiene narices)



Terminada la visita a la Ópera, a Teresa le dio un ataque de risa de unos 10 minutos que queda inmortalizado aquí para la posteridad:



Y como buenos músicos, nos fuimos a hacer el expolio correspondiente en una tienda de música bastante famosa, la Doblinger. Llevamos en la maleta muchas partituras (sólo hace falta ya que cuando lleguemos a Málaga nos las estudiemos)



Y para hacer tiempo antes de ir al Volksoper... a tumbarse a descansar al césped!



Una de las cosas que nos tienen gratamente sorprendidos es lo bien que nos organizamos en el metro. Nos hemos sacado el bono hasta final de semana y tenemos un dominio ya que no se puede aguantar; funcionamos los 47 como uno sólo





Llegamos a la ópera ! Los cuentos de Hoffman (Offenbach) en el Volksoper. Versión en alemán sin subtítulos, ahí con dos narices !



Ah, hemos decidido ir de esta guisa a partir de ahora al Conservatorio:



Aquí, una representación de los cafres del piso de arriba, haciendo el ídem



Y llegó el momento que da título a esta entrada del día. Cuando volvíamos a casa, pasamos por un sitio de kebabs al salir del metro y pensamos... pues hala, aquí mismo! El pobre dueño del puesto, que estaba tan tranquilo leyendo el periódico, se vio en un momento con 47 personas humanas hambrientas pidiendo comer a gritos... su cara no tenía desperdicio (la nuestra tampoco)



Manu me ha dicho que no le saco en ninguna foto, así que puestos a buscar esta es en la que peor sale de las que tengo (no hace falta que me des las gracias)



Y nada, vuelta al Wombats y nos despedimos hasta mañana ! Un abrazo a todos los que nos leáis (si es que hay alguien). Seguiremos informando!